domingo, 24 de julio de 2011

La muerte de Amy apaga la prensa amarilla y enciende el mito

Amy Winehouse murió el sábado pasado en su apartamento, y con ella murieron las especulaciones constantes de la prensa amarilla sobre su persona, para dar paso a las especulaciones sobre su muerte, y el encasillamiento del mito en el club de artistas que a los 27 años encontraron la muerte a causa de los "excesos".

Millones de referencias en todos los medios del mundo, sobre todo desde el salto al estrellato de la cantante en 2008 tras ganar los Grammy, son la prueba fehaciente de que esta mujer era carne de cañón de la más variada literatura periodística. ¿El motivo? No cumplir con los estándares sociales y seguir fiel a su espíritu autodestructivo, generando infinidad de episodios que, tal y como apunta el profesor Joan Ferrés en su libro "Televisión subliminal", están ligados a dos ejes contrapuestos que, de alguna manera condicionan la libertad humana desde la emotividad y que se convierten en armas para toda la prensa sensacionalista: el Eros y el Thanatos.


Poco a poco las crónicas que hablaban del Eros, es decir, todo aquello relacionado con la juventud, la vida, la belleza y la seducción de una mujer joven de voz poderosa, con una personalidad irreemplazable, se veía desplazado por el Thanatos, a saber, la adicción por las drogas y alcohol, la ruptura de su matrimonio y la decadencia física y psíquica de la joven que lo tenía todo (hay millones de ejemplos...).

Este post tiene un objetivo doble. Por un lado es un buen ejercicio para entender y analizar LO QUE SE HA DICHO Y ESCRITO antes y después de su muerte, no solamente en referencia al contenido de lo que se dice (suposciones, comentarios, juicios), sino al volumen de referencias que se han hecho en todo tipo de medios. Porque el morbo "vende" (¿verdad Sr. Murdock?).


Y por otro quiere ser un homenaje personal a una chica que no quería morir, pero tampoco vivir como se lo habían impuesto, generando altas dosis de rebeldía que la hacían huir hacia el pozo negro de las drogas, el único lugar donde no debía enfrentarse a nada ni a nadie y dónde ella, erróneamente, pensaba que podía ser ella, pero seguramente no se daba cuenta de que las garras de la adicción la transformaron en un ser débil para decidir. Ahora, ya lejos del mundo físico, su espíritu permanecerá libre y sano para siempre jamás. Amy ha muerto, pero ha nacido el mito.


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