domingo, 23 de octubre de 2011

La muerte de Marco Simoncelli: entre el morbo y el respeto

No soy fan del motociclismo, pero la noticia del fallecimiento del joven piloto en un accidente en el circuito de Malasya ha corrido como la pólvora de forma que ha llegado a mis oídos tan solo una hora después de producirse a través de las redes sociales que, en estos momentos, todavía arden intercambiando palabras y señales de duelo, dolor y consternación. También las imágenes del accidente se han diseminado de forma inmediata y miles de seguidores han visto una y otra vez el suceso, dejando sus comentarios.


Entre los millones de mensajes, un minúsculo grupo ha contado cómo se ha tratado en directo la muerte del muchacho. Las retransmisión por parte del equipo habitual de RTVE nos ha mostrado una y otra vez cómo el padre y la novia del motorista se acercaban desencajados al centro médico. Sin carrera que comentar hemos visto la larga y angustiosa espera con las cámaras presentes que han captado también cuál ha sido el impacto y la reacción de la familia ante la noticia del fallecimiento, y que podéis ver en este enlace desde la web de RTVE.

* El vídeo en sí había estado disponible durante unas 6 horas en youtube, pero ha sido cancelado por derechos de copyright:



La moto GP es un deporte mediático y el mundo entero estaba atento a las noticias con el alma en vilo. Es evidente que mientras no hay acción hay que emitir contenido, y es en ese momento cuando la expectación se convierte en noticia y se potencia la tensión del público a la espera del posible abrazo, gemido, sollozo de las personas que más sufren en esos momentos. Y el momento se produce, y el padre del muchacho se va y las cámaras le siguen, le siguen...


Y ahí lanzo mi pregunta: ¿Dónde está la frontera entre el respeto y el morbo? 

Son muchos los programas y contenidos que tratan la desgracia personal. Ya hice alusión a ello cuando murió Amy Winehouse, donde el Thanatos se convierte en el instrumento eficaz para atraer a la gente a través de las emociones que generan la catástrofe, la muerte, la tragedia. Y si bien es evidente que esta herramienta es usada por la prensa sensacionalista de forma consciente condicionando de alguna manera la libertad de percibir de forma objetiva, no podemos evitar que, en ocasiones, salpique a todo tipo de medios de comunicación. No hay más que ver cómo las imágenes de Gadafi muerto han llegado a todos los rincones del planeta.

No deseo terminar este post sin hacer mención, por su similitud con éste, a un episodio que en su día me llamó la atención, porque lo viví en directo, y que curiosamente acabo de localizar. Se trata de la retransmisión de la desgraciada muerte del joven de 27 años Daniel Jimeno, durante un encierro de San Fermín en 2009 por parte de Antena 3. El primer párrafo de la noticia reza así:


Daniel Jimeno Romero tenía 27 años y era de Alcalá de Henares en Madrid. Las cámaras de Antena 3 han sido testigos de la llegada de la madre y la novia para reconocer el cadáver.



Juzgad vosotros y vosotras mismas, mientras yo me voy a tomar la licencia de darle un tirón de orejas a la cadena.

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